Bitácora: Un excelente e inesperado viaje a Cuba.

Bitácora:  Un excelente e inesperado viaje a Cuba.

Reciente, y ciertamente sin planificar nada, se alinearon los planetas, y me tocó disfrutar de un viaje que quería hacer desde hace mucho tiempo:  visitar Cuba.

En cierta medida, mi interés por visitar Cuba se incrementó, porque hace, quizás un año, se vivían aires de cambio con la política de Obama, y la apertura de relaciones comerciales de EEUU con Cuba;  y yo quería conocer esta bella isla, tal como está ahora, y no como fuese a quedar, con un incremento importante de inversiones de todo tipo, principalmente de EEUU, lo cual iba a cambiar de manera radical el panorama de la mayor isla de las antillas mayores.

La histórica visita de Obama a Cuba, en marzo de 2016, representó la primera vez que un presidente de USA,  en ejercicio del cargo,  visitaba Cuba desde 1928.  Es decir, habían pasado 88 años, desde que el presidente de EEUU, Calvin Coolidge, había visitado Cuba, en 1928.

Pero bueno, esto va a seguir igual por buen rato, cortesía de Mr. Trump, que inició a tirar por la borda, las iniciativas, y avances realizadao por el presidente Obama, con respecto a Cuba.

En este viaje, una de las cosas que más me gustaron fue la calidez, sencillez y alegría de los cubanos.  Son amables con los turistas, y ellos saben que buena parte de los ingresos proceden del turismo, en su mayoría de EEUU, Canadá, y toda Europa.  Es conocido que los cubanos tienen sus carencias del día a día, consecuencias de vivir en un régimen socialista, desde hace 58 años,  (pero ojo, no a los niveles que está Venezuela actualmente, Cuba es diferente).    Alimentos, medicinas, tecnología, y tener un poder adquisitivo suficiente son las principales carencias del cubano. No obstante, el cubano por su don de gente, sencillez, y solidaridad humana, a mi juicio, es lo que ha permitido subsistir a los cubanos, bajo un régimen socialista, que con el paso de los años se está aperturando poco a poco.  Si algún vecino le falta el pan, mantequilla o arroz, va a la casa del amigo, y éste sin pensarlo, se lo ofrece de buena voluntad, y ni siquiera lo piensa en ayudar a su vecino, ni solicita que se lo devuelva.

A pesar de estas carencias, la gente de Cuba es alegre, dicharachera, hacen de un problema un chiste, y no se amilanan ante la adversidad,  van pa´lante, y esto es una experiencia de vida.  De igual forma, observé que existe mucha afinidad entre los cubanos y los panameños; sobre todo porque Panamá, históricamente es suramericano (Gran Colombia, etc.), geográficamente somos centroamericanos, aunque ningún panameño se sienta centroamericano; pero culturalmente somos Caribeños, nos gusta la música, la forma de hablar es similar, la gastronomía, igualmente parranderos; en fin existe química y cubanos y panameños, tenemos nuestra afinidad cultural, esto es evidente.

Me impresionó la infraestructura, las calles y avenidas en La Habana, los Edificios, su arquitectura, desde la antigua Catedral de La Habana, una de las primeras en América, del siglo XV, pasando por edificios de diseños barrocos, neoclásicos, art deco y eclécticos, como lo es el edificio de la embajada rusa en La Habana.  Mucha de esta infraestructura la dejaron los gringos, cuando llegó la revolución (AT&T, Sears, Macy’s, Chevron, Gulf, Texaco, entre otros, todos fueron nacionalizados).

Llegó la hora de dar mi vuelta por la nueva y vieja Habana, salí a la calle, con mi Panama Hat, lentes, y camisa “de gringo jubilado”, y a disfrutar de un city tour, en un coche Ford del año 1957, pero en vez de tener un motor V8, tenía un motor de un auto soviético, pero con la suficiente fuerza para que ese viejo auto se moviese a buena velocidad.  Los cubanos son unos artesanos admirables.   Incluso, ellos mismos mandan hacer o bien transformar piezas de autos antiguos, entre otras tantas cosas.

Para conocer mejor la cultura e idiosincrasia de un pueblo, siempre acostumbro tomarle el pulso a la gente de a pie; así que conversaba con el taxista, los waiters de los hoteles, el dependiente en las librerías, el guía turístico que manejaba el “almendrón”, así le llaman los cubanos a estos autos antiguos americanos de la década de los 50´s; a  mí me toco uno descapotable, así que iba “de lujo”.  El cubano promedio, en La Habana, está bien educado, y tiene muy buena cultura.

Esto digamos es una de las buenas cosas de la revolución, donde la educación es gratuita de kindergarden a la Universidad, no le cuesta un centavo a la población, la tasa de analfabetismo es cero.  Recuerdo que tuve una excelente discusión, con un muchacho, de quizás unos treinta y cinco años, sobre un tema de historia, (materia que me encanta), y discutíamos sobre el papel de Camilo Cienfuegos, quien desapareció misteriosamente en 1959, en un accidente de avioneta.  Camilo Cienfuegos, solamente “disfrutó”, 10 meses en el poder.  Aún no se sabe que sucedió. Ni la avioneta, ni el cuerpo aparecieron jamás.  Después de la agradable tertulia, con el vendedor de libros, sentado en las escalinatas de la vieja Catedral de La Habana, le compré un libro, el cual me debe ayudar a atar algunos cabos históricos sueltos; desde 1956, y luego de los sucesos del 1 de enero de 1959 (Fecha que los Comandantes, Fidel, Camilo y el Che Guevara, hacen triunfar la revolución cubana, y entran triunfantes a La Habana).

En cuanto al tema de salud, me informan dos importantes amigos médicos cubanos, que todo tratamiento médico en Cuba no cuesta un centavo, desde una resonancia magnética, o una cirugía de cataratas es gratuita.  Cuba tiene fama, por lo que dicen son “adelantos médicos”. Lo que pude conocer, y es mi opinión, que la medicina preventiva y primaria es excelente en la isla, pero en el tema de especialidades médicas, pueden tener las máquinas, pero faltan los insumos, o el Estado invirtió en facilitar un área específica, pero descuida otras; por ejemplo, no existen suficientes recursos tecnológicos para la neurología y otras especialidades de medicina.  Aunque se practica mucho el turismo de salud en la isla.

Finalmente, disfruté de lo mejor, el ambiente bohemio de La Habana vieja, fui al Floridita ( ver las fotos del famoso escritor norteamericano E. Heminway), me tomé mis daiquiries, luego fui a la Bodeguita del Medio, a disfrutar mojitos cubanos, y caminando tuve un late lunch, donde me deleité con un excelente comida de “vaca frita” (es una especie de ropa vieja, carne desmechada, pero al estilo cubano), e igualmente disfruté duetos, cuartetos, que amenizaban con boleros, y son cubano,  eso fue excelente.

En casa, de unos amigos, que nos invitaron a almorzar, no faltó el arroz congrí, y un lechoncito asado cubano, que era un espectáculo, buñuelos de malanga y boniato (tortas de otoe, y camote, respectivamente).  Incluso, la señora de la casa, apenas se enteró que me gustó la malanga, ni corta ni perezosa, se puso hacerla y cocinarla; me llamó y muy sonriente y con esa amabilidad característica del cubano, me enseñó su receta, así que espero cocinar esos delicatesen cubanos en casa.

Todas las mañanas me iba a caminar al malecón en La Habana, y ver toda la inmensidad del mar caribe, esta visión,  como dicen los españoles era alucinante;  según mis cálculos  el malecón de La Habana puede tener entre 10 a 15 Km. de extensión, yo solo caminaba 4 Km, y por el intenso sol caribeño,  me refrescaba con un mojito cubano en el Hotel Riviera, que era donde se hospedaba Al Capone, en los tiempos de la ley seca en USA.  Su compinche, al final compró el hotel, y mandó hacer un casino, pero entiendo que lo están reparando, como sitio histórico solamente.

Conclusión:   Cuba es un destino turístico para disfrutar, gozarlo y divertirse de manera descomplicada,  y contagiarse de la alegría de la gente cubana. Cero estrés.  Definitivamente, tengo que regresar a esa bella isla.

 

PD/:  En este relato de viaje, me faltó: la “nueva” moneda en Cuba para turistas (CUC), el sistema financiero en Cuba, el internet, el costo de la telefonía celular, los conjuntos musicales cubanos, que llevan la música, y el son cubano en su ADN, la cultura yoruba, la quinta avenida, y los árboles caminantes o danzantes, en un bosque de La Habana.

Esto será otra historia.

Author: Ivan Diaz

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